
En 1916 el físico alemán Karl Schwarzchilds afirmó haber descubierto una especie de galerías espaciales bautizadas como agujeros de gusano, que podrían servir como túneles de comunicación para posibles viajes en esa dimensión desconocida, misteriosa y casi mítica que es el tiempo.
Al parecer, los científicos Nazis alemanes estaban experimentando con el viaje en el tiempo y ellos abrieron una "puerta".
Actualmente una parte del presupuesto de los Estados Unidos destinado a la investigación científica va a parar al Instituto de Tecnología de Caltech, en California, donde un grupo de prestigiosos científicos estudia la posibilidad de viajar en el tiempo, habiendo llegado a la conclusión de que continuamente nos encontramos rodeados por un rosario interminable de agujeros de gusano, que podrían «funcionar» como máquinas del tiempo.
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